Pagamento de reconciliación con el Corazón del Mundo.
Pagamento de reconciliación con el Corazón del Mundo.
Por: Rafael Gómez Llinás
Cinco siglos después, en el mismo lugar donde los galeones rasgaron el horizonte de la bahía con sus velas desplegadas como alas de presagio, los hijos de estas tierras, los herederos de los Mamos antiguos, se reunieron nuevamente. El sol nacía con lentitud sobre la Quinta de San Pedro Alejandrino, ese umbral donde la historia republicana y la memoria ancestral se rozan como hojas en el viento.
Era 29 de julio, día de pagamento. La Sierra, que nunca duerme, había enviado a sus portavoces: el Mamo Mey-Jawin, del linaje Busintana, portaba la palabra de la montaña, tejida en el hilo fino de Aluna. Junto a él, otros Mamos descendieron desde las alturas para cumplir con el acto sagrado: alimentar con pensamiento, palabra y ofrenda los sitios de poder que mantienen el equilibrio de la Tierra.
Frente a ellos, no estaban solo los hijos del Caribe. Habían llegado hombres y mujeres de otros linajes, algunos descendientes de los mismos que un día arribaron en aquellas extrañas naos de madera, hierro y fuego con varas que retumbaban más alto que el trueno y hojas brillantes como el sol que cortaban de un tajo el pensamiento, la carne y las ideas. Esta vez habían venido sin banderas, sin dogmas, sin mapas, capitulaciones ni consignas. Vinieron con la frente descubierta, en gesto de escucha y reconciliación.
Los Mamos con Poporo en mano colocaron hojas de coca, algodón, cacao, tabaco, conchas marinas, caracoles, cenizas y plumas sobre una piedra antigua, mientras invocaban la fuerza de Serankua, el Gran Pensamiento creador. En compañía del principal de los hermanos menores, hablaban en voz baja, con la palabra del pagamento como quien murmura a la raíz de la Tierra. Decían que era tiempo de cerrar el ciclo del olvido, de restaurar el hilo que une a los pueblos con su origen, y a la humanidad con el equilibrio.
Y entonces ocurrió lo impensado: una brisa cálida y vigorosa se alzó desde el mar, como si la bahía misma exhalara vida. Las ceibas, testigos erguidos desde tiempos inmemoriales, crujieron suavemente al paso del viento. Algunos de los presentes juraron haber visto el reflejo de unas Naos antiguas cruzando el cielo, surcando desde el océano en dirección al pico más alto de la Sierra Nevada: centro luminoso de ese primer pensamiento armonioso puesto en Aluna, que fue memoria y creación de todo lo existente dentro de los limites de la Línea Negra, ese trazo sagrado que sostiene y da aliento a todo este exuberante y fantástico mundo circundante, con su gente incluida.
Las naves, guiadas con precisión, parecían responder a las pulsaciones sistémicas del Corazón del Mundo, que latían, lejanas pero nítidas, en el oído interior de quienes aún saben escuchar… Pero esta vez, no traían conquista, sino memoria. Y las hojas en blanco cargadas de esperanza de una nueva historia no escrita todavía.
Uno de los Mamos, el más anciano, alzó su bastón ceremonial y habló:
“No todo lo que llegó fue agresión y error. También llegó el aprendizaje. Ahora los hijos de los conquistadores antiguos y los hijos de la Sierra Nevada deben caminar juntos, porque el tiempo de la separación ha cumplido su ronda en las ruedas del tiempo. Lo que fue profetizado ha sido cumplido. Y ahora, empieza otra historia… si sabemos escuchar.”
Santa Marta, 500 años después...
Magnifico Conocimiento Ancestral, Esperemos el Cumplimiento de Esta Profecia para que Empecemos Unidos en un Nuevo Mundo de Hermandad, Paz y Amor.
ResponderEliminarRafa Gracias por Compartir.
BENDICIONES.