ASUNTOS MARCIANOS V.
"La Inteligencia Artificial estaría diseñada para responder siempre a ese principio de incertidumbre de la mecánica cuántica de subordinación a la intención del observador, como uno de los fundamentos conceptuales de su arquitectura, y por esa razón, sus respuestas a unos mismos hechos y cuestionamientos, podrían ser cada vez, e incluso de manera simultánea, totalmente diferentes". (1).
(1): parafraseado de Asuntos Marcianos IV.
"La computación actual es como lanzar una moneda al aire: cara o cruz, 0 o 1. Sólo puede ser una cosa o la otra. La computación cuántica en cambio, es como lanzar una moneda al aire que podría salir cara y cruz simultáneamente"...
ASUNTOS MARCIANOS V.
(fragmento del Patio de la Parra)
Por: Rafael Gómez Llinás.
Si tomásemos una parte de un conjunto o sopa de partículas con una función de onda única para todo el sistema, las llamadas "partículas fantasmas" de carga neutra, predichas con certeza premonitoria en la paradoja Einstein-Podolsky-Rose, y las enviásemos al sistema estelar Alfa Centauri que está a 4 millones de años luz de la Tierra, e inclusive a varias partes de la galaxia al mismo tiempo, y las que quedasen aquí las pudiésemos convertir en un gato, al instante todas las partículas de ese conjunto que estarían ya en Alfa Centauri y en los demás sitios, se convertirían también en ese gato. Y si después, pudiésemos convertir a esas mismas partículas que quedaran aquí en la Tierra en una flor, automáticamente las que se encontrasen ubicadas en esa lejanía de cuatro millones de años luz y más, igualmente dejarían de ser un gato y se convertirían todas en esa misma flor... A eso se le llama en física teórica "Entrelazamiento Cuántico".
Así, las partículas “fantasmas”, y solo una parte, tomadas de un conjunto primario que habría sido aislado en Marte con esa intención, serían posicionadas por medio de un sofisticado aparato de concentración de energías láser, en las coordenadas espacio temporales de Seinekùn(laTierra) que se requerían, para que las de la composición cuántica de Radha intercambiadas previamente con ese conjunto de partículas primarias que quedaran confinadas en Marte, instantáneamente fueran trasladadas a Seinekùn y materializadas allí por gracia de ese entrelazamiento, en puntos exactos. Y por ser estrictamente necesario, entrelazadas con dos personas distintas, ubicadas en espacios y tiempos diferentes.
Una de ellas, sobre la cubierta de una extraña embarcación, una enorme carabela que arbolaba en el mástil de mesana una bandera pirata con el nombre de Ariadna inscrito con letras en alto relieve en el lado de estribor de la proa, que en ese preciso momento dejara de navegar de bolina a barlovento, por el golpe repentino de un extraño e inesperado viento de popa y rauda cruzara a babor las aguas del Caribe, con un rumbo suroeste cuarta al oeste con destino a las costas que bordeaban los limites del “Corazón del Mundo”, para que posteriormente se pudiese dar así, y por fin así, el encuentro planeado…
En medio de una gran tormenta eléctrica, sobre la cubierta de la nao Ariadna, aparecería de la nada una bella mujer, que sin mediar palabras de repente le dijera a la asombrada tripulacion: ¡Hola!.. ¡Soy Radha un ser de la luz!.. ¡Una viajera de las estrellas!.. ¿Y, ustedes quienes son?
Como consecuencia de los colosales desfases dimensionales en que se hallaban Marte y Seinekùn en sus relativos círculos gravitacionales en las ruedas del tiempo, el conjunto de partículas con las que se trasladaría a Radha en ese "entrelazamiento cuántico", podrían haber quedado ubicadas en dimensiones espacio temporales distintas y probablemente sin llegar a su destino, se habrían perdido para siempre en el abismo de los tiempos.
Sin embargo, la desmaterialización y el traslado hacia los seres escogidos como "gemelos" y en los que previamente se habrían concentrado las partículas "fantasmas" de los cuerpos: físico, emocional, mental, etérico, astral y espiritual de Radha, se darían con una extrema precisión.
La posibilidad de acercarse a la certeza de la numeración y el astronómico cifrado de los qubits cuánticos requeridos para ese muy difícil traslado, era infinitamente remota. Una en mil millones de millones. Casi que al azar. Pero como todo acto de magia, el encaje seria perfecto.
Algunos dicen que la magia no existe. Vista esta a la luz de hechos que por alguna razón amañada producen algo insólito, eso es cierto. Así no podría existir. No sería nada más allá de un banal truco. O el resultado de una ilusión producida por un sortilegio. No se pueden cristalizar actos divinos con fuentes inconscientes, prefabricadas o con raíces endebles. Ajenas y lejanas a esos estados de extrema armonía como a los que se entra en el silencio de los ritmos del tiempo y del pensamiento, en los estados de profunda meditación.
Todo acto de magia, debe estar rodeado de perfección. Debe, como decía Don Juan, (Castaneda) ser impecable. Y la impecabilidad debe estar rodeada de la áurea que la preserva de la causa y del efecto. Debe por tanto, ser precausica. O sea, por su pureza, ubicada en tiempo y espacio antes de su propia causa. Apenas asomada sobre las aguas de la intención, en el despunte suave y sereno de los mejores amaneceres del pensamiento.
Y siendo así, debe estar por encima del azar, de la casualidad, y sin ninguna posibilidad de error. Blindada, por sobre todo, del efecto corrosivo del desamor.
Cuando a la aplicación de la formula mágica le falta siquiera una coma, un quantum o una partícula de ella, toda la ecuación y sus resultados por sencillos que sean, fallan...
La certeza de esas combinaciones numéricas, el cierre perfecto de esa ecuación, dependería entonces de la confluencia en tiempo, espacio y “sabor”, de muchos avatares. Pero por sobre todo de la aceptación y conexión de la persona “leída”. De la apertura plena de su consciencia.
Radha Swami era una mujer de fe y de inmenso corazón. Infinito, como lo era también todo el sonido de su imaginación. De su verdad. Por eso serían siempre bienaventurados en la vida los nobles de corazón, porque ellos desde ya estarían en los cielos. Eso, y todo el tono alto de su ser, lo permitirían.
Con una distancia ínfima de apenas 495 años entre una y otra, la otra circunstancia escogida para ese entrelazamiento, sería un fatal accidente. Allí todo encajaíia con una exactitud matemática. Un vehículo viajando a 108 kilómetros por hora patinaría en la carretera cuando en medio de una acalorada discusión, uno de sus ocupantes, una mujer ofuscada, torciera el timón. El escalofriante chirrido de las llantas fue apagado como por un interruptor de luz con el tremendo impacto. Un sonido seco, profundo, lo llenaría todo. Luego la nada. La inconsciencia. ¡La muerte!.
El corazón de Marcela Elizabeth se detendría en la sala de operaciones de una clínica, en el preciso instante en que toda la composición cuántica de su “Ser” cambiara de frecuencia por la dramática "torsión espacio temporal" como efecto de ese entrelazamiento cuántico, para darle cabida en ese instante a Radha.
Los médicos que la atendían, solo percibirían que por unos segundos desaparecieron sus signos vitales. Luego, inesperadamente, aparentemente reviviría con los procedimientos de reanimación que le realizaran.
Nadie en la clínica, o después en su casa, se daría cuenta que ya ella no era Marcela. Radha había ocupado su cuerpo, y permanecería en él hasta cumplir con la misión que le había sido encomendada.
Pasaría algún tiempo de acomodación biológica y de mente, para que quien había sido Marcela, tuviera plena conciencia de ser ahora realmente Radha. Quizás algunos años.
Sin saber todavia porqué, comenzaría repentinamente a decirle a sus hermanas: ¡Yo no soy Marcela!.. ¡Soy Radha un ser de la luz!.. ¡Una viajera de las estrellas! ¿Y, ustedes quienes son?
Al principio creían que estaba bromeando, pero con el tiempo se darian cuenta que lo diría en serio. Su extraño comportamiento era notorio. Pensaban íntimamente sin expresárselo a ella ni a nadie, que había quedado “tocada” de la cabeza como consecuencia del tremendo golpe recibido en ese terrible accidente.
Pero otra cosa habría sucedido. En el preciso instante de su “entrelazamiento cuántico", gracias a la fortuna causal, y cuando en apariencia padecía una dislocación de su mente, la rueda de su vida afectada por la “torsión espacio temporal" que se desencadenaría con la infinita gravedad de ese momento de la muerte, giraría dramáticamente en la búsqueda del "Maestro" en sí misma: En la búsqueda y aceptación de Radha esa viajera de las estrellas, que de ahí en adelante seria su verdadero ser.
Así, la numeración cuántica: 000000000017091950, que correspondería a la escala del numero CINCO: A maya, la ilusión; el alma espiritual; el jerarca; la Ley que rige esta realidad planetaria, sería atraída por aquella bella mujer sobre la cubierta de la nao Ariadna. Y su par complementario para esa misión: 000000000011101965, correspondiente a la vibración del numero SEIS: El alma humana; el enamorado; la indecisión, atraída en ese terrible accidente por Marcela su otra depositaria, haría que se fundiesen ambas en una sola persona, en Rhada esa viajera de las estrellas, y se completase así la vibración del numero ONCE: El numero maestro; el número de la realización; el de la sabiduría. El de la maestría en si misma.
Y así, de esa única manera, cuando se concluyese la magia de esa unión con respuestas iguales en espacios y tiempos diferentes, una entre las miles de millones de posibilidades, Rhada esa viajera de las estrellas, se fundiría totalmente con su destino espiritual: un destino que incluiría la sagrada misión de la salvación de Seinekùn y de toda la raza humana, de su inminente y casi muy segura extinción.
¡Todo es posible!
Veremos….
Sharamatuna, en los días estivales del 2023
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