Recordando a Buda Gautama. (El príncipe Siddhartha).
(El príncipe Siddhartha).
Por: Rafael Gómez Llinás.
El príncipe Siddhartha, fue confinado por Suddhodana su padre, al interior del palacio real de Kapilavastú en un mundo de goce y felicidad, para que no percibiera la realidad de la vejez, la pobreza, las enfermedades y la muerte. Para que no se enterara del sufrimiento humano que eran comunes fuera de las murallas de ese palacio de fábula.
Los astrólogos Jyotishis cuando predijeron su destino al momento de nacer, profetizaron que, si el príncipe Siddhartha se enteraba del sufrimiento de la humanidad, no seria posible desligarlo nunca más del camino espiritual. Su padre entre tanto quería a toda costa que fuese un gran rey. El más grande y poderoso del mundo. El mejor guerrero.
Y considerando que ese destino que deseaba para su hijo era opuesto a la vida contemplativa y la espiritualidad que marcaba su destino, lo aisló por insinuación de Canki un sacerdote Brahmán y su consejero más cercano, en un mundo artificial en donde solo existía la felicidad material, el goce pleno y la total ausencia del sufrimiento y la muerte. Lo encerró en ese palacio de la felicidad, alejándolo de la realidad de un mundo lleno de sufrimientos, mutable, temporal y perecedero.
La mente de Siddhartha en ese aislamiento se conservaría en la inocencia de creer que ese era todo el mundo. Así viviria durante muchos años y el padre satisfecho, creía haber logrado su propósito. Pero sin darse cuenta, el poderoso rey Suddhodana lo que hizo con eso fue mantener la mente de Siddhartha en un estado de pureza y ausencia tal con relación a la verdad de la vida, que la conservaria en la inocencia de no conocer a través de los sentidos, su verdadera naturaleza.
Sin proponérselo, haría que Siddhartha no perdiera "la capacidad de asombro", ese grande secreto de los iniciados, ante el extremo contraste al que se enfrentaría su mente cuando la comparara con la única realidad que solo él conocía. Cuando inexorable y finalmente la enfrentase y fuese consciente de su verdad.
En ese aislamiento, Siddhartha solo sabía de la existencia de un mundo feliz y sobre esa ilusión había construido el andamiaje de toda su vida. Había creado toda su realidad. Pero, pareciera que el sacerdote Brahmán con astucia y decisión le hubiese jugado una mala pasada al destino que quería el rey Suddhodana para el príncipe.
Fue él, Canki quien dispuso que debían aislarlo durante treinta y dos años de la cruel realidad del mundo y su mutabilidad para convertirlo en el gran rey que su padre quería. Pero al contrario, a sabiendas, y con absoluta premeditación, lo que le recetó el sacerdote Brahmán al rey, fue exactamente todo lo que el príncipe necesitaba para conservar su conciencia en un confinamiento y en un estado de pureza tal, que le permitiría percatarse de esa realidad con plena conciencia y con extrema lucidez, cuando por fin la observase desde el contraste extremo que tenia con su mundo de felicidad y goce pleno, y viera con absoluta claridad la verdad y fondo de la naturaleza del sufrimiento humano.
Y que, llevado por eso, vislumbrase la posibilidad de cambiarlo o aliviarlo desde el amor y la compasión, transitando por los caminos de la espiritualidad y así, de la iluminación. Por los senderos que conducen al Nirvana: Ese sí, un estado sin ninguna clase de sufrimiento. ¡Qué ironía! El rey a la postre aconsejado astutamente por Canki el sacerdote Brahmán, hizo justamente todo lo contrario para lograr lo que quería. Sin saberlo, el rey haría absolutamente todo lo que se necesitaba para poner a Siddhartha en el sendero de la espiritualidad.
Este aislamiento y desconocimiento de la realidad, haría que el príncipe Siddhartha la entendiera en todas sus dimensiones y con absoluta claridad, cuando finalmente y de golpe se enfrentara a ella. Cuando tuviese lo que el mismo llamara "los cuatro encuentros": El encuentro con los enfermos, los ancianos, el sufrimiento y la muerte. Y que llevado por esa lucidez tomara el sendero espiritual y finalmente se convirtiera en Buda, un ser iluminado.
De la conciencia de Siddhartha ya convertido en Buda, surgiría entonces, la verdad de que la iluminación y la trascendencia cualquiera las puede lograr. En ese andar contradijo a los Brahmanes, con su estratificación de castas Védicas dejando de lado a su inmenso panteón de dioses, para aceptar solo un estado divino o de Nirvana, al que podía acceder sin distingos de casta o condición alguna, cualquier ser humano desde su propia conciencia: “La divinidad en sí mismo” como él mismo la llamaria.
Y para lograrlo, solo bastaba llevar una vida austera, la estricta observancia de la moral, la compasión y la sabiduría. También era indispensable el entrenamiento arduo y continuo de la mente, con el estado permanente de auto observación y de recuerdo de “SÍ”, a partir del confinamiento que le proveía la abstracción y la meditación. Y, además, por supuesto, vivir sin ningún resentimiento del pasado y solo en el presente. Solo eso...
Buda para reafirmar el hecho de que ese rastro de la iluminación lo puede encontrar si se lo propone cualquier ser humano, dejaría como un gran legado a la humanidad, una hermosísima carta de navegación a la que con certeza él se dio en llamar: “Las Cuatro Nobles Verdades” resumidas asi:
1.- La verdad del sufrimiento o primera verdad noble: Esta afirmación no niega lo gozoso de la vida, pero señala claramente que nacer como humano lleva implícito el sufrimiento.
2.- La del origen del sufrimiento o segunda noble verdad: Habla de que la causa del sufrimiento es el deseo y la insatisfacción.
3- La de la cesación del sufrimiento o tercera noble verdad: Es el estado de consciencia que alcanzó el Buda y que tradicionalmente es conocido como Iluminación.
4.- La del sendero que conduce a la cesación del sufrimiento, o cuarta noble verdad: Este camino puede recorrerse con la practica de las enseñanzas atribuidas al propio Buda Shakyamuni llamadas: “El noble Camino Octuple” que son las ocho etapas de la liberación:
1º Etapa: La visión perfecta.
2º Etapa: La emoción perfecta.
3º Etapa: El habla perfecta.
4º Etapa: La acción perfecta.
5ºEtapa: La subsistencia perfecta.
6º Etapa: El esfuerzo perfecto.
7º Etapa: La atención perfecta.
8º Etapa: El samadi (Iluminación) perfecto.
Buda Gautama al final de su vida, entraría en una meditación profunda y moría, alcanzando lo que se conoce como Pirinirvana o Nirvana: la cesación del renacimiento y el sufrimiento logrado después de la muerte del cuerpo. En esa meditación final ingresaría a los cuatro Dhyanas consecutivamente, luego a los cuatro logros inmateriales y finalmente al estado meditativo conocido como Nirodha- Samapatti: Un estado trascendente de consciencia y desprendimiento tangencial del eterno retorno de la rueda de Samsara, que conlleva la noble acción de fundir la realidad del microcosmos en una sola unidad con el macrocosmos, resumido su significado en una enigmática expresión: "YO SOY, uno, con la omnipresencia de Dios", que describe al Samadhi, esa tan anhelada fusión con el absoluto.
Sharamatuna, en los prolegómenos del año 2024
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