Invasión Castellana y Resistencia.
Invasión Castellana y Resistencia.
Por: Rafael Gómez Llinás.
“Si se enferma el corazón, todo se enferma: por eso la Sierra Nevada no se puede talar. ¿Qué piensa el Hermanito Menor? ¿Por qué no dejan los bosques para que los nietos también puedan gozar? Todo porque falta la plata, pero…. ¿cómo vivían los antiguos? Cuando la tala llegue al páramo, todo se va a acabar.
No podemos dejar que la Sierra Nevada, el Corazón del Mundo, se debilite. Está avisando para que la cuidemos”.
“Así decimos nosotros los Mamos”.
La espada y la cruz parecían haber vencido a las orgullosas naciones de la Sierra Nevada, sus ciudades líticas habían sido abandonadas, sus ancianos dispersos, sus jóvenes exterminados, la tradición perdida, los nombres cambiados, los valores entretocados, la historia acomodada en un etnocidio cultural ligado a un genocidio físico, que buscaba la asimilación y sometimiento de estos pueblos por la vía de su integración a los valores, símbolos, cultura, religión, estructura económica y de poder de la invasión castellana y la posterior dominación republicana.
Los pueblos de la Sierra Nevada parecían haber pasado a la silenciosa noche de los tiempos, sin dejar más testimonios ni huellas que las crónicas sesgadas de curas y doctrineros asustadizos que veían al “demonio”, al anti- paradigma de la cultura castellana y republicana, en cada manifestación de identidad cultural indígena, de autonomía personal y de libre albedrío individual.
Sin embargo, bajo la superficie, el mundo de la Civilización Indígena se encontraba en plena ebullición. La Ley de Origen y las Ciencias Tradicionales se ocultaron bajo la tradición oral de los ancianos y Mamos. Los centros ceremoniales y las prácticas tradicionales continuaron aplicándose y transmitiéndose de generación en generación. Los vestidos y técnicas tradicionales de agricultura, arquitectura, botánica e hidráulica fueron perseguidos, y casi exterminados de la memoria de estas naciones, pero, aun así, toda la fuerza de las normas y el poder de la Espada y la Cruz no fue capaz de desarraigar de la memoria de estos pueblos los códigos secretos de su cultura, su tradición y ciencia ancestral.
Obligados a colocarse nombres y apellidos castellanos, continuaron conservando sus nombres ocultos en una poética expresión de sabiduría y con los cuales honraban a sus héroes, lideres, ancestros y valores. Perseguidos por las enfermedades que importaron los Castellanos, siguieron curándose con sus remedios tradicionales.
Hostilizados por el ojo vigilante del misionero o el castigo de las autoridades “Bonachi” (No indígenas), las claves de la Ley de Origen y las Ciencias Tradicionales seguían vivas y hasta a la vista de todos, dibujadas en el mensaje del tejido ideográfico de las mochilas (Tutú), el campo holístico cerrado de energías del universo representado en sus gorros (Tutusoma), los colores de sus indumentarias tradicionales, el sentido binario de su cosmogonía, la forma como organizaban su agricultura, construcción y orientación de sus centros ceremoniales y viviendas.
Ningún pueblo, ni siquiera la India unida de Gandhi-ji, conoció un proceso tan largo y fuerte de resistencia cultural a la imposición de las costumbres y las leyes del conquistador. En los albores del siglo XX, los pueblos de la Sierra regresan súbitamente a los registros históricos, con las epopeyas de la resistencia IKA a los adoctrinamientos de la Misión Capuchina en Nabusimake. Resistencia que duró casi un siglo hasta cuando, hace cincuenta años, ellos recuperaron su control convirtiéndola en un Centro de Educación donde se imparte su cultura y ciencia tradicional, en la lengua propia.
Ese proceso se inició con la primera Asamblea de Mamos de Saberes de 1893 en Bongá ladera norte, y dio origen a un renacimiento cultural, recuperación de valores y territorios que se ha prolongado durante más de cien años en medio de enfrentamientos, retrocesos, agresiones contra los pueblos, incomprensión de las autoridades no indígenas, procesos de despojo, desarraigo y destrucción de valores. Proceso este en el cual están venciendo, obviamente, los más antiguos: los hermanos Mayores o pueblos indígenas de la Sierra, a fuerza de enfrentar la agresión e invasión con una sola arma: El orgullo cultural.
Así lograron conquistas importantes en reconocimiento de la afirmación de la preeminencia de la justicia tradicional, educación en lengua propia, reconocimiento constitucional de sus territorios, en el reconocimiento de sus sitios sagrados, la ampliación del territorio histórico, y sobre todo, la intangibilidad de su cultura y ciencia tradicional; de su herencia de sangre y pensamiento, su memoria genética.
Sin embargo, al abrirse el tercer milenio, se ha iniciado un proceso diferente, a partir de una segunda Asamblea de Mamos realizada en el “Jardín Botánico de Busintana”, actual epicentro cultural y de sucesos de la Sierra Nevada, a mediados del año Occidental de 2003, y más de quinientos años después de las primeras navegaciones de los europeos en las costas de la Montaña Sagrada.
¿Cuál es el mensaje del Encuentro de Saberes en el año del Nuevo Amanecer en el “Jardín Botánico de Busintana”?
Durante esta asamblea, las Autoridades Tradicionales de los pueblos de la Sierra Nevada con presencia de todos los Mamos de sus cuatro etnias, lanzaron un llamamiento a la humanidad para convocarla a detenerse en el camino de la destrucción, odio y violencia en el cual avanza hacia su destrucción y la del planeta entero.
Dicha Asamblea, la primera que se realiza en cien años con tan variada, completa y sabia integración, propone a la humanidad corregir el camino e iniciar, a partir de un respeto a la vida, a la Tierra Madre, Seinekún, a la Sierra Nevada, un nuevo amanecer de la humanidad.
Desde la Sierra, ellos han percibido el proceso de destrucción de la sociedad y de la vida en el planeta causado por las consecuencias sociales, ambientales y climáticas de la civilización global construida, fundamentalmente, en el siglo XX, pero fundada en los procesos de las centurias anteriores.
La otra civilización, la no-indígena, ha perturbado, ocupado y destruido muchos de los trescientos sesenta mil puntos desde los cuales parten hasta los límites de la Línea Negra, los meridianos de energía y fuerza que conforman el Circulo de Pensamiento del Corazón del Mundo, la Sierra Nevada, elevada por la triangulación piramidal de su orografía.
La perturbación de esos “lugares sagrados”, afecta las relaciones de la Sierra Nevada en su conjunto y de ella con el resto del mundo, pues es su Corazón. Si los hilos que conforman la trama de energía del Corazón del Mundo andan mal, deducen los Mamos en su cosmovisión que se avecinan tiempos de enfermedades, de catástrofes, de cataclismos y, posiblemente, de muerte del propio cuerpo vivo del planeta. Conclusión a la cual ha llegado, por otra vía, un sector consciente y avanzado de la ciencia eurocéntrica.
De acuerdo con los vaticinios de los Mamos, la profanación de estos sitios sagrados será la causa de que continúen las guerras, enfermedades y la muerte de los seres vivos. Se acentuarán los desequilibrios ambientales, con el consiguiente daño que esto representa para el delicado y enfermo sistema ecológico de la región y del planeta. Peor aún, se desequilibrarán los climas con extremos de frio y calor. En particular, millones de personas y otros seres vivos morirán de calor. Pierden su tiempo los que buscan la solución de las enfermedades solo en la patología humana. Mientras no encontremos la curación de la Madre Tierra no se curará el hombre.
La conclusión a la que llegan los Mamos es que hoy, más que nunca, Seinekún, “la Madre Tierra”, requiere que se alcance la reconciliación, interna y externa, entre el mundo y los pueblos de la Sierra con las actitudes, conductas e intereses de los hermanitos menores. De esta suerte se logrará una unión fructífera y definitiva, una síntesis que, respetando las idiosincrasias y culturas de ambas partes, haga posible la recuperación de la naturaleza, así como la preservación y evolución del conocimiento y espiritualidad de las cuatro etnias que conforman la población indígena de la Sierra Nevada, ahora de Santa Marta.
En la distancia de 500 años se quiere hacer del recuerdo de esa invasión Castellana una celebración. Lo propuesto por los Mamos en ese “encuentro de saberes del Jardín Botánico de Busintana” sobre la necesaria reconciliación entre todos para la subsistencia de la humanidad, por su similitud, nos lleva a recordar aquel último consejo dejado por Bertrand Russell para la posteridad a la humanidad: “En lo intelectual, cuando estes estudiando cualquier tema o filosofía, pregúntate ¿cuáles son los hechos.? ¿Y cuál es la verdad que los hechos revelan? Nunca te dejes desviar ya sea por lo que deseas creer o por lo que crees que te traería beneficio si así fuera creído. Y en lo moral, en este mundo que cada vez se vuelve más y más estrechamente interrelacionado, tenemos que aprender a tolerarnos los unos a los otros. Soportar el hecho de que alguien dirá cosas que no nos gustarán. Si vamos a vivir juntos, debemos aprender un tipo de caridad y de tolerancia, que sea absolutamente vital para la continuidad de la vida humana en esta planeta”.
De acuerdo con ese consejo de Bertrand Russell, como igual lo dicen y proponen los Mamos, deberíamos tomar conciencia de los hechos y la moralidad de la necesidad de realizar una reconciliación con Seinekún, la Madre Tierra, así como entre todos sus pobladores por disimiles qué sean sus intereses, necesidades y quereres, en vez de anteponer para esta conmemoración solo la parafernalia mendicante acostumbrada de siempre, revestida con el ropaje del beneficio público, pero orientada tal vez por la recóndita intención de lucro, arribismo y figuración de algunos de los gobernantes de ocasión.
Si dimensionáramos lo que pudiésemos llegar a ser como región, cultura, etnia, tejido social y empresarial con esa reconciliación y transmisión de conocimientos propuesta por los Hermanos Mayores, y si tuviéramos conciencia de que esa reconciliación en todos los planos posibles, nos pondría en el centro mismo de la atención y admiración del mundo entero para conocer, disfrutar y entender a Santa Marta como ciudad región modelo en el planeta en el contexto de conservación de una exuberante biodiversidad, valores culturales, históricos y turísticos, no dudaríamos un instante en hacerla. Así seriamos autónomos políticamente y autosustentables social y económicamente, y no tendríamos que estar pasando el sombrero de siempre en todas esas calendas conmemorativas, y otra cosa sería.
Sharamatuna, justo en el inicio del equinoccio de invierno del año 2024.
Comentarios
Publicar un comentario