La luz ha regresado de nuevo, el sol va iluminando poco a poco un valle y una ensenada de tierra. Un brazo de esta, de roca pura, cubierta de plantas y flores, cubre la pequeña bahía donde se han buscado refugio las naves de la expedición invasora: lanzan el ancla y se dan cuenta que hay un calado suficiente hasta la orilla.
Es cuando descubren una inmensa multitud de mujeres, hombres, niños y ancianos, todos con los mismos vestidos de luz de la noche anterior, inmóviles a todo lo largo de la arena, en los acantilados, los bordes de las rocas. La multitud crece a cada momento y los marinos, que han descendido de los barcos, se sienten asustados.
Nadie mueve un músculo, no flotan ni se agitan ninguna de las livianas vestiduras de luz. Todos los miran, pero no se mueven. Son cientos, son miles, quizás millones. Atravesando la apretada multitud, van observando las ruinas de una ciudad muy antigua, cuyas piedras olvidadas les aprieta el corazón, en el escondite de los recuerdos. Poco a poco comenzaron a recordar a la vieja villa desde donde partieron hacia varios meses y que, ahora, se les presentaba como unas ruinas antiquísimas.
Después de esa arriesgada travesía por el océano, de haber mantenido la esperanza de encontrar un mundo nuevo, parecían no haber ido a ninguna parte. Misteriosamente parecieran haber llegado al mismo sitio de su partida y como si, además, en su ausencia, una devastadora fuerza ciclónica hubiese acabado con todo, y la espesura, hubiese avanzado muchos siglos en esos pocos meses, enmarañando los restos inertes de la ciudad viva de la que hacía no mucho tiempo habían zarpado.
El capitán Chezcott, asustado por creer ser víctima de un embrujo en pleno día, apretó un crucifijo, levantó la espada y miró hacia la multitud para escoger la primera víctima. Y detrás de él, Radha la extraña mujer que apareció de la nada en la cubierta del barco, asombrada, avanzó cautelosa con el resto de los tripulantes, mientras el mismo anciano de la noche anterior le tomaba el brazo y, le decía con cariño:
Jardín Botánico de Busintana.
Y en su relato, formulado en un punto del tiempo que es simultáneamente, pasado presente y futuro, el anciano Mamo les muestra a los recién llegados, una parte, una pequeñísima parte de los esbozos de la “Ciencia Tradicional” y de la “Ley de Origen”, bajo la forma de una historia de la creación del mundo y la visión de diferentes estratos del tiempo deslindados por una “LINEA NEGRA”, que delinea el círculo de pagamentos y la intención de un pensamiento con un propósito de salvación, en la narración de una rara fantasía espacio temporal.
Una fantasía o una realidad, no se sabe, ni nunca se sabrá, en donde el tiempo allí en Sharamatuna trascurría más lento que en el resto del planeta, por hallarse toda esa región confinada dentro de los limites gravitatorios de la enorme masa de tierra de la montaña sagrada, amparada por las pulsaciones sistémicas del “Corazón del Mundo”, y dentro de un círculo de pensamiento que no solo imaginó todo ese mundo, sino que así lo dispuso.
Como si ese colosal pensamiento fuese una enorme rueda que girase dentro de otra más grande y esa rueda más grande, fuese el resto del mundo, y todo el planeta, estuviese inscrito también en una rueda que giraba a su vez dentro y separada de otra, que no era ni más ni menos que el resto del Universo”. O, como una burbuja dentro de otras burbujas, o pensamientos dentro de otros pensamientos, como concebía Chezcott la irrealidad de la vida y la muerte.
Como ruedas que giraban dentro de otras, todas separadas y confinadas por círculos de pensamiento, cuyos límites precisos eran como una frontera o “LINEA NEGRA”, que deslindaba partes de una misma realidad en un mismo espacio, convirtiéndola en dos, o en varias, y ubicándolas en tiempos diferentes como aquellos modelos matemáticos de los Universos propuestos por Kurt Gödel (1).
O sea, que la región de Sharamatuna, el “Corazón del Mundo”, giraba en un tiempo más lento, diferente al resto del planeta tierra y como efecto de ese giro diferencial, esta a su vez giraba millones de años, tal vez unos nueve millones de años adelantada al tiempo de todo el sistema solar y del resto del universo...
Una fantasía en donde Habitaba un último pensamiento tenue, lejano, imposible, en el que el capitán Alfred D´Saint Chezcott, Radha y todos los tripulantes y pasajeros de “Ariadna”, vieron con claridad o con clarividencia, como los Mamos Serankua, Seukukui y Menjabin, tal vez los últimos herederos espirituales de los más poderosos Mamos de la “Montaña de Luces”, con el suave movimiento circular de la mano derecha y con el canto monocorde de unas extrañas e indescifrables letanías, trastocaban el tiempo en diferentes ondas circulares, o círculos de pensamiento, que se expandían a partir de un centro preciso en un pequeñísimo punto sin tiempo, sin gravedad, y de radio cero, ubicado allá en “tierra sagrada”, en los brumosos espacios de los picos más altos de la Sierra Nevada.
Lo hacían con el propósito de preservar a la región de Sharamatuna del cataclismo que habría de venir, y así salvar al “corazón del mundo”, y con este, a un remanente de guardianes de ella: Los custodios del corazón del mundo. Los que repoblarían el planeta evitando así, su completa extinción…
Como el tiempo en el primer círculo de pensamiento con sus trescientos sesenta meridianos de energías, los puntos de pagamentos determinados por los Mamos que confinaba en su interior a la Sierra Nevada y a Sharamatuna, transcurría más lento que en el resto del planeta, la hecatombe, la disolución de la civilización llegaría primero a las afueras de ese círculo, y así podrían algunos de los habitantes de Sharamatuna, enterarse y prepararse con anticipación para ese cataclismo.
Tendrían así, justo el tiempo necesario para trepar la “Montaña de Luces” lo más cerca posible a ese punto de radio y espacio cero, de altísima gravedad y tiempo infinito, centro e inicio de ese pensamiento allá en Tierra Sagrada, hasta “desaparecer” hacia la seguridad de otra realidad, y de esa manera, encontrar la única oportunidad de salvación.
Y simultáneamente, dado que el tiempo en el circulo exterior al “Corazón del Mundo”, o sea el del resto del planeta tierra, transcurría más rápido que el del sistema solar y el universo por haber sido también desfasado a propósito por los Mamos, este hermoso planeta azul NO se veía desde muchos planetas de la galaxia en su momento presente. ¡No! Se veía millones de años en el futuro, y al mismo tiempo, en ese futuro, también se advertía una realidad posible de este, en donde aparecía destruido e inerte como consecuencia de la ambición y la incomprensión de sus pobladores.
Así, por todas esas extrañas razones, los habitantes de esos otros planetas del sistema solar, desprevenidos, creyendo en lo que habían visto de Seinekun (la Tierra) durante muchísimo tiempo, tenían como cierta la impronta de esa imagen del planeta azul, en la que lo veían reposando en sus cielos, pero completamente inerte y desolado.
Se sentían por eso totalmente solos, sin ningún acompañamiento de vida en el resto del sistema solar, hasta aquel inesperado momento en el que después de transcurridos varios millones de años, unos extraños avatares también calculados, guardados en “ALUNA” y materializados con anticipación de milenios por los Mamos, les hicieran caer en cuenta a esos seres de esos mundos distintos, que lo que observaban de Seinekun este planeta azul en sus cielos en las madrugadas despejadas en sus horizontes, ¡No era su presente! ¡Sino de él, un posible y lejano futuro! Una futura, lejana y aterradora posibilidad. Y que su “tiempo presente”, lleno de vida era otro…Otro que no se veía… ¡O mejor, que ellos no veían!
Luego de todo ese insólito descubrimiento, en medio de su asombro, preocupados y arrastrados por muchas interrogantes científicas, los habitantes del planeta Marte, su más cercano vecino, al estudiar con mucho cuidado y detenimiento esa extraña paradoja espaciotemporal, por una aparente casualidad y casi cuando no hallaban explicación alguna a ese extraño fenómeno, descubrirían, que en los pixeles de la mirada de una bella mujer aparecida en una imagen imposible captada en una foto aleatoria tomada por ellos del planeta Seinekun en esas investigaciones, aparecía sin ninguna posibilidad de error ni duda, ¡un hemisferio de Marte, su propio planeta!.
¡O sea que esa mujer también los miraba a ellos! Y en el fondo de sus ojos, había quedado grabada la impronta de una aterradora, pero posible realidad: ¡Que a su vez, igual como los observaban desde Marte, lo que veían los habitantes de Seinekun en sus cielos en su momento presente, era el cosmos inerte y a Marte el planeta de ellos, millones de años en el futuro pero totalmente devastado, deshabitado, y sin vida!
¡O sea que ambas civilizaciones se observaban entre sí, pero en un tiempo, en un momento en el futuro de cada cual!... ¡Un futuro aterrador y de muerte, en donde no tenían ninguno de ellos la más mínima posibilidad de supervivencia!... ¡Ni el más mínimo atisbo de vida!
Estaban desfasados sus respectivos espacios, sus tiempos, por algo similar a lo que podría ser un giro completo de partículas espín ½. Un descomunal levógiro cósmico que los hacía verse el uno al otro en realidades temporales en las que para cada cual, la suya, era apenas una posibilidad del futuro para el otro. O sea, que se encontraban ubicados frente a frente, girando al mismo tiempo en orbitas vecinas en el sistema solar, pero situados en una realidad uno con respecto al otro por efectos de un fenómeno físico similar al de un giro espín ½ a 360° de partículas elementales, en espacios y tiempos que los desfasaba uno del otro, exactamente, ¡Nueve millones de años en sus realidades presentes!
Todo ese antagonismo polar, esa extrema asimetría, haría que ambos se vieran el uno al otro, pero en el futuro de cada cual. Que se vieran, en una posibilidad temporalmente lejana pero cierta y aterradora, al ser llevados a eso por un recurso extremo que utilizaron los Mamos del “Corazón del mundo”, cuando movieron los círculos de pensamiento, o las ondas gravitacionales de toda esa extensa región del cosmos, y los ubicaron en tiempos distintos y alejados, con el propósito de que ambas civilizaciones en algún momento del tiempo, se mirasen en una futura pero clara posibilidad de su propia destrucción, y se alertaran reaccionando en una necesaria acción colectiva de salvación.
Consientes y muy preocupados por esa inquietante posibilidad, los seres de ese y de muchos otros planetas, de este y de muchos sistemas estelares, organizarían movidos por esa razón, una inmensa cruzada galáctica. Intentarían, con el recurso de muchos saltos espacio temporales y desde varios puntos del Universo, romper la delgada membrana liminal de espacio, tiempo y de realidades distintas al interior de las fronteras de esos círculos de pensamiento desfasados en el tiempo por los Mamos de la Sierra Nevada, que los separaba (en esa “Esfera Nonica”), de las de Seinekun, este hermoso planeta azul, para venir hacia aquí desde el futuro hasta su tiempo presente, como en efecto muchas veces lo hicieran, como cuando alguna vez se vieran en los cielos de “Macondo” los discos anaranjados descritos por Gabriel García Márquez en Cien años de Soledad; con los avistamientos de las incontables naves no identificadas en los cielos nocturnos; en los diseños de los armoniosos y asombrosamente simétricos dibujos plantados en los campos de trigo de Escocia; cuando se avistaran aquellos carros de fugo en los que en tiempos antiguos arribaran y también partieran los dioses; con los contactos de Enrique Castillo Rincón, Andreas Pujaris y la presencia en sus vidas de Siril Weis; con la precisa y extrema cualidad adivinatoria del futuro de Susana Elinger; con las lucidas visiones, las premoniciones de William Zawady, María Iglesias, Eduardo Sánchez, Gladis Zagarra y María Victoria Moreno, o los sublimes sonidos y mensajes de las divinidades recibidos por Marcela Hurtado, y con las experiencias de muchísimos otros contactados que han servido para vislumbrar un cambio en el derrotero de su destino, con la posibilidad de desviar el rumbo de este planeta de su curso en el tiempo y crear o acceder a otra realidad posible y cierta de él, y así, salvarlo en ella.
Y para que, de esa única manera, desde este planeta azul, desde Seinekun, La Tierra, ya a salvo por esos encuentros y en una nueva realidad, en ese “Nuevo Mundo”, evitaran también un destino similar a Marte el planeta de ellos, y para todos los otros planetas con vida, sin importar sus distancias de ubicación en las diferentes agrupaciones planetarias o en sistemas galácticos distintos, o ni siquiera en abismales cúmulos de galaxias, y así, salvar de situaciones parecidas a todo este Universo…
Toda esa fantasía de tiempos, espacios trastocados, mundos desolados, círculos de pensamiento y avistamientos fue oída, más bien vivida, con asombro y algo de incredulidad de boca del Mamo por los visitantes, en el breve lapso que hay entre el aspiro y expiro de una respiración. En lo que dura el sonido sordo, grave, inmediato del rompimiento de una ola fuerte en la playa de la que ya se alejaban al adentrarse Radha y los tripulantes del “Ariadna” en la exuberante floresta, comandados por el capitán Alfred D’Saint Chezcott, pero guiados por el anciano Mamo.
Tiempo suficiente para el nacimiento, vida y desaparición de muchos universos, y para que Inexplicablemente, mientras el Mamo les hablaba, los visitantes sintieran como iba creciendo a cada momento la desaceleración, la detención del paso del tiempo, cuando se alejaban de la ciudad en ruinas de sus recuerdos y avanzaban de su mano, hacia el interior de una espesa arboleda que se alzaba frente a ellos exuberante y misteriosa, solo frenada en la proximidad de la playa por la presencia salina del océano.
¿A dónde me quieres llevar? ¿A qué lugar? Le preguntó Radha al Mamo con curiosidad mientras caminaban.
"Al CORAZÓN DEL MUNDO” le respondió el Mamo Menjabin…
Luego le sonrió y le dijo: “Al punto más puro de tu propio corazón” ...
“Desde allí en su centro podrás tomar los hilos que quieras del tiempo…
"Ir al principio, ir a final, y estar lo más cerca y lo más lejos en un mismo momento"…
"Porque ese es un punto que realmente carece de tiempo” …
“Nosotros a eso lo llamamos “ALUNA”: un estado de reposo y quietud, en donde no "EXISTE" ningún pensamiento… Un estado de armonía, silencio y de entendimiento, …
"Porque “ES” pensamiento” …
"¡Es ALUNA"...!
Sharamatuna, en unos días de intensa sequía premonitorios de una inminente extinción, ya casi a mediados del año 2024.
(1)- El universo o métrica de Kurt Gödel, es una solución exacta a las ecuaciones de campo de Einstein de la Relatividad General. Una propiedad del universo de Gödel es que alrededor de todo punto existen "curvas temporales cerradas" tales, que la cualidad de lo observable, hace físicamente posible formularlo hacia el futuro y llegar a un punto en el pasado.
Comentarios
Publicar un comentario